Día 1: Al último muere la esperanza
Una pésima nóche, una madrugada magnífica. No pude despedir al último de mis amigos la noche del 8 de octubre, sin sentir que me iba a sonreir, irse y colgarse de una corbata. Irracional, lo sé. Pero creo que las despedidas para mí ya nunca van a ser lo mismo. Más de uno de ustedes sabe lo que hice a continuación: llamar a todos a diestra y siniestra asegurándome de que todo estuviera en su lugar. La mayoría me contestó y se los agradezco (Persp no durmió, parece que Andy tampoco). Hasta le marqué a Dany a Madero, me valió por completo. Nunca supe qué pasó con Diego, me sigue preocupando. No dormí nada al final. Dejé pasar el tiempo mientras sonaba la master playlist en mi fiel sony ericsson, y me dieron las de irme; había un avión esperando. Desperté a mi pequeño y dulce hermano para despedirme y estaba tan modorro que me abrazó. Luego me mandó al diablo. Pronto el camino, los trámites, y otra despedida. La sortee para mi fortuna. A partir de ese momento me prohibí la autocompasión.