Día 10: Tambores

Tambor
Por Shelley Valdés


Canción y poesía se ha escrito con respecto al Tambor.
Fue seguramente en otro tiempo,
cuando la resonancia acústica de una guitarra murmuraba
una antigua canción que hiciera paltpitar suavemente su armonía celta.

Fue en tiempos de la madre África,
Al sonido de una voz que gritaba el alma;
cuando la gente de raza negra vestía de colores los más
y sacudían al aire con sus cuerpos danzantes las cuentas ligeras de su ropa,
tintineando un sonido de agua golpeando la tierra.

O en la mágica Indonesia
golpear de fierros que afinan un canto más allá de la conciencia
y a su lado el buen tambor suspira
sugiere
o se lamenta

Tabor nipón en perfecta sincronía sonido y cuerpo
Taiko, la voz de dios
en sagrado acento reverbera poderosa

Tambor de guerra del guerrero águila
que sobre tierra de sangre
ofrendaba el copal al cosmos,
ondeando la pluma del quetzal a Hutzilopochtli,
señor de la estela celeste.

Tambor de entonces, cascabel y chirimía,
flauta peregrina
recordando los ayeres en que el nopal y la serpiente
indicaban el dónde de los milenios de porvenir a la tierra mexicana.

Tambor,
corazón latiendo con las manos en el cuero
Tambor
sinfonía del primer hombre
Tambor puro que no sabías lo que al mundo le esperaba
el pulso de la humanidad recién nacida.

Tambor, un pie golpeando la madera
tambor, un dedo impacentándose en la mesa
y el rumor del pecho amado
al recostar la cabeza.

---

He dejado pasar mucho tiempo sin actualizar, pero han pasado tantas cosas que dividiré en varios relatos, siendo éste el primero de varios, para que cada anécdota sea autoconclusiva. Así los dejo con la entrada que debío haber salido hace semana y media, pero igual funciona, ya que el tiempo es relativo.

Para los narutards que van al corriente con el manga, sugiero ampliamente éste link, que no es otro que el nuevo de Fiory Party. Si no tienes idea de lo que hablo, no lo abras, porque de todas formas no lo entenderías.

Pero bueno, que ha sido un fin de semana bastante movido. El sábado pasado hubo un concierto gratuito de música internacional a cuya inspiración debo la composición anexa al principio de esta entrada. Concretamente de percusiones. En Entados unidos hay conciertos gratuitos, ya que el gobierno sí invierte en cultura... pero no sólo eso... ¡Los conciertos se llenan! Si se diera el supuesto caso de que Laura Eraña en Torreón un día dejara de cobrar lo que cobra e hiciera un concierto gratuito en el auditorio del Bosque, por decir algo, pasaría lo que pasa con todos los conciertos de piano del Martínez: vacío.

A mencionar, la mera neta, que de toda la gente que se ve ahí a lo mucho bailaban chido tres. Esa pinche costumbre del mexicano de meter a toda la boruca aunque no estén preparados "para que no se sientan mal". Me recuerda al coro del Padre Mayito, me cae.

Recuerdo que K. decía, y lo decía bastante seguido: México es un país feo, estéticamente descuidado. ¿Será que olvidamos las ciudades coloniales, los graficos coloridos que el inmigrante añora, a Frida Kahlo y a Mario Barragán? ¿O Será que estoy en los suburbios del orgulloso Houston y no en un barrio de negros o de casas rodantes estilo "My name is Earl"? De cualquier forma el contraste es notorio. En EU todo es nuevo o si no se tira. En México todo jala, todo aguanta, todo se recicla. Basta un poco de cinta, un alambrito, un parche y; cualquier objeto, vehiculo, construcción y una larga lista de etcéteras estará listo para continuar en servicio. Podría hablar todo el día sobre los contrastes socioeconómicos, ventajas y desventajas, pero dejemos eso para cuando regrese.

Y bueno, ese mismo día, entiendase ese mismo sábado, pero en la noche fue salida al bar. Uno en Katy, la ciudad donde vivo (Katy está pegado a Houston).

Cheve, tragos y un buen conductor resignado (entiéndase Sherwin, el novio de Jackie, mi prima). Éramos tres en lamesa, pero pronto se hicieron más. De repente me encontré rodeada de gringos que hacían de mi nacionalidad su divertimento, pero en buen plan, lo usual. Claro, no faltó, como siempre, el pendejo que se quiso hacer el gracioso y en su pésimo español me dijo "báhate lous colzounis" (Bájate los calzones). Mi respuesta fue un sartal de improperios al más puro estilo mexicano, el cual no entendió sino hasta la segunda vez, cuando volvió a repetir su graciosada y un amigo de él profirió un "Oooh!" con la mano en la boca.

Ya entrada en conversación con este hijo de su pinche madre, como ya acertadamente lo había denominado,  a la vez que con otros sujetos de —afortunadamente—mejor calaña tuve ocasión de indicarle que dejara de hacerse el payaso...

—Did you know what he said? He said "Pull of your panties"—Murmullo del wey de al lado. y ahora, dirigiéndome al mentado—Do you expect me to be nice after that? I won't.

Y no lo fui.

Empezó un juego de idiomas. Él decía cosas que yo suponía tratar de adivinar. Unas pude, y otras no. Hasta que de repente dijo algo fonéticamente similar a "whosh whoshu gay whosh" y entonces que le respondo: "Are you saying that you're gay? So, you're comming out the closset! Bravo!" La comitiva estalla en carcajada y el fulano pone la cara que ponen los gringos en las películas de adolescentes, así todo derrotadillo y molesto. Choco palmas con los de a lado mío y me proclaman una persona agradable. El Gato gana.

Esa noche terminó en una conversación con Jackie en el patio de la casa. Conversaciones del alcohol. A veces envidio al abstemio que de esta forma sabe olvidar.

Cambio y Fuera